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Afghanistan: ¿Un boomerang en la cara de EEUU?

Por Bruno Raddatz

#DeFrente

Como ya muchos sabemos, los Talibanes que tomaron la capital de Afganistán, Kabul, justo unos cuantos días atrás, fueron armados por los Estadounidenses hace más de 40 años atrás para vencer al ejército Sovietico y un posible avance rojo hacia el resto de Asia central. Millones de dólares gastados solamente para enfrentar a los mismos extremistas diez años más tarde y perder ante ellos después de 20 años de conflicto armado y un presupuesto que superó la totalidad del dinero que gasto EEUU en el plan Marshall (1) durante mitades de la guerra fría.

Por eso mismo, la idea de Afganistán como un boomerang calza tan nítidamente en este escenario. Pareciera como si a pesar de ser la potencia militar más grande del planeta, de haber pensado que se hicieron ver como los listos frente los soviéticos, y de haber gastado una enorme cantidad de dinero en un estado títere corrupto, terminaron recibiendo un fuertísimo golpe en la cara con el mismo boomerang que tiraron a los Soviéticos 40 años atrás. ¿Pero acaso es el único golpe que recibieron en estos días, de este boomerang? Recordamos que Afganistán tiene el apodo de ser “el cementerio de los imperios”. ¿Es la derrota en Afganistán el comienzo del fin del Imperio Estadounidense? ¿Acaso habrá una crisis política interna como la que hubo en EEUU después de su derrota contra Vietnam?

Después de haber sido corresponsal de Revista DeFrente en EEUU, es dificil imaginarselo puesto que desde la llegada de Obama a la presidencia, la sociedad Estadounidense se volvió extremadamente indiferente a la tragedia que estaban creando en Afganistán como en Iraq y una larga lista de países que han estado interviniendo militarmente en las últimas décadas. La brutalidad que causaba su país se volvió como un hecho aceptado, pero nunca fue muy popular tampoco, puesto que en los últimos 13 años ningún candidato a la presidencia ha podido ganar las elecciones sin prometer la retirada de tropas de zonas en guerra.

Era una molestia impopular pero aceptada, puesto que a nadie le gusto la continuación de estas guerras que se veían como eternas, pero tampoco nadie alegaba de que cada semana en las Universidades las Fuerzas Armadas reclutaran a estudiantes endeudados, prometiéndoles poder salir de su deuda, y recibir educación y salud gratuita y de calidad, a cambio de agarrar un fusil y luchar contra los mismos extremistas que su gobierno había armado hace 40 años atrás. La violencia militar en el extranjero fue normalizada, y solo se lamentaba cuando se les moría un familiar en la guerra. Pero aunque la guerra ha sido considerada como cotidiana, el sabor a derrota no. 

Esta derrota, y la forma que se llevó a cabo manchó la imagen internacional de EEUU. Se supone que con la llegada de Biden, Estados Unidos iba a volver a su prestigio internacional que fue amedrentado por la presidencia de Trump quien dejó el país en ridículo. Pero con la desastrosa retirada de Fuerzas Estadounidenses, quienes después de haber estado armando un ejército de 300 mil tropas Afganos, simplemente tomaron un paso fuera del país, y vieron a sus aliados rendirse.

Esto, mezclado con el imagen de afganos desesperados para escapar colgándose de alas de aviones solamente para caer cientos de metros del cielo al concreto, y el imagen de amenazantes guerreros Talibanes pisando la capital y aplastando la esperanza de derechos para las mujeres Afganas con la imposición de la ley Sharia; estas imágenes han hecho que el público estadounidense volviera no solamente pensar en sus generaciones de familiares muertos en combate (en una guerra que pareciera que nunca tuvo chance de victoria), sino también en la brutalidad que han tenido que vivir el pueblo Afgano, y el futuro violento que les espera. “Todo esto, ¿y para qué?” Se preguntan los estadounidenses en estos últimos días.

También hay que recordar que todo ese dinero gastado pudo haber sido usado en programas sociales y políticas públicas que se han vuelto inmensamente populares en EEUU pero que siempre fueron negados a ellos por sus políticos con la excusa de que no había presupuesto, cuando en realidad si lo habia, solo que lo estaban gastando en una guerra condenada a la derrota. Uno de esos programas sociales pudo haber sido la salud gratuita y universal que habría ayudado a millones de estadounidenses durante la pandemia y recesión económica que se vivió gracias al Coronavirus. Todo esto se encuentra en la conciencia de muchísimos estadounidenses lo cual seguramente agrega al resentimiento en torno de haber perdido después de tanto esfuerzo. 

Tampoco se puede olvidar de que la militarización de Afganistán se tradujo en la militarización de la sociedad Estadounidense en su propio país. Esto se pudo ver claramente con la militarización de su policía, la cual venía reclutando a muchísimos veteranos de guerra, y quienes no fueron entrenados en absoluto en desescalar situaciones de violencia. Es por lo mismo que en los últimos 20 años se ha visto un aumento de casos de brutalidad policial a lo largo del país, lo cual ya ha brotado una crisis de legitimidad en las autoridades en EEUU, con el brote más grande siendo con la muerte de George Floyd, solamente un año antes de esta derrota. En otras palabras, esta derrota no solamente manchó la imagen del gobierno, quitó fondos que pudieron haber sido usados para mejorar la vida de sus ciudadanos, sino que también conllevo a empeorar la vida de muchos de sus ciudadanos con la brutalidad policial. 

Aunque no está claro si esta derrota dará paso al fin del imperio Estadounidense, tomando en cuenta el contexto que se vive allí, lo más seguro es que esta conllevará a otra crisis política dentro del país.

 

(1) https://thediplomat.com/2014/08/why-the-us-spent-more-on-afghanistan-than-on-the-marshall-plan/ 

 

Equipo editorial Revista De Frente

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