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¡A no perder el norte!

Por Pablo Perry

Militante del Mov. Autonomista

 

La reciente definición del FA de optar por la libertad de acción para la segunda vuelta es una muestra que reafirma nuestros principios de constituirnos en una fuerza de cambio real que no  se presta para negociaciones cupulares de ninguna clase y que pone en primer lugar a sus bases como espacio para la toma de decisiones, actuando en consecuencia con nuestros orígenes desde los movimientos sociales.

El triunfo es nuestro. Más de 10 años en las calles y 1 estando a full en la campaña y levantando este proyecto están por fin rindiendo sus frutos. Hemos articulado una coalición fuerte con capacidad de incidencia en la coyuntura nacional en muy poco tiempo. Hemos ido constituyendo (a paso lento, pero firme) un fuerte trabajo territorial, a nivel de organizaciones sociales, juntas de vecinos, federaciones, etc. , acercando cada vez a más gente a nuestro proyecto. Del lado nuestro, el autonomismo chileno puede exhibir con orgullo a sus 3 diputados y sus más de 100.000 votos bien moraditos  a nivel nacional, convirtiéndose en una de las fuerzas gravitantes del Frente Amplio y superando el ostracismo forzoso que nos impuso el binominal. Que a pesar de todas las dificultades somos capaces de levantar un movimiento lo suficientemente fuerte para darle un nuevo viento a esa izquierda social dejada a los azares de la transición. No hay duda alguna que nacimos para quedarnos, y que esto está recién comenzando.

Sin embargo, lo anterior no quita que tenemos una serie de cuestiones que debemos resolver prontamente, a miras de terminar por consolidar el proyecto. En primer lugar, es claro que a lo largo de este 2017, que ya comienza a acabar, el FA mostró una serie de deficiencias tanto de carácter orgánico como político en términos de su estructura interna. Sin duda el hecho más esclarecedor de lo anterior fue el conflicto que aconteció entre Alberto Mayol y el resto de la mesa nacional del FA, la cual decidió vetarlo tras lo que fueron una serie de presiones contra la candidata Natalia Castillo para que ésta se bajara en el Distrito 10. Más allá de que hayamos podido estar de acuerdo o en desacuerdo con la decisión, o haber apoyado a uno o a otro, lo cierto es que, al final del día, todos salimos de una u otra forma dañados con este incidente, y eso la ciudadanía lo nota.

Resulta evidente que existen conflictos. Conflictos que ocurren en cualquier coalición y en cualquier organización humana. No voy a entrar en mayores reflexiones respecto a aquello ni a hacer juicios morales. Lo que sí quiero problematizar es en el hecho de que nuestra coalición no cuenta con una estructura orgánica lo suficientemente sólida y vertebrada como para resolver aquellos conflictos de forma racional. Lo mismo podemos decir de otros temas, tales como los mecanismos de ingreso para otras fuerzas políticas que quieran entrar a la coalición, las cuales dependen fundamentalmente de lo que decida la mesa nacional del FA. Esto no puede continuar así. Las coaliciones democráticas son aquellas que votan toda confluencia con nuevas organizaciones. Así lo hizo PODEMOS (El cual se supone que es nuestro gran referente) en el 2016 cuando su militancia aprobó mayoritariamente unir fuerzas con la IU en las elecciones de aquel año, y así lo hizo el MA en su momento tras el congreso “Construyendo Alternativa” de este año, en lo que se refiere a las políticas de alianzas. No hay argumento alguno para negarle ese derecho al resto de la militancia frente amplista.

Es por todo esto que la necesidad de darnos como FA un espacio de deliberación colectiva, idealmente mediante un congreso nacional, es de carácter urgente. Ese congreso debe definir tanto el plan político de la coalición como también las formas que ésta deba estructurarse orgánicamente. Respecto de lo primero, y considerando las discusiones que se han dado a nivel de nuestras bases, nuestra posición debe ser clara: defender a toda costa las ganadas que hemos conseguido a lo largo de nuestras luchas sociales y no permitir (independiente de quién gane el gobierno) o aprobar nada que signifique un retroceso de éstas últimas. Así mismo (y poniéndonos en el caso de que fuera la centro-izquierda la que ganara la elección), cualquier apoyo legislativo se tiene que hacer con proyecto de ley en mano. A lo anterior, se debe de continuar con la movilización pacífica en las calles a modo de mantener la presión social por los cambios y apostar por una rearticulación de las fuerzas sociales que han irrumpido en la discusión pública en el último tiempo (movimiento estudiantil, No + AFP, etc.).

En lo que refiere al segundo punto, pienso que un eventual congreso del FA debiese girar en torno a los siguientes principios fundamentales, a modo de continuar profundizando la democracia interna de la organización:

  • Constituir una asamblea nacional de FA, con delegados electos democráticamente por cada uno de los comunales del FA, a modo de tener un espacio que sirva de control de las decisiones de la mesa nacional y que permita facilitar la coordinación con ésta, así como también ser expresión de la pluralidad política de la coalición
  • Institucionalización de la “Iniciativa Militante”: Esta figura consiste en que los militantes del FA, previa recolección de firmas, puedan levantar mociones e iniciativas que puedan incorporarse al plan político de la coalición.
  • Creación tribunal de ética: A modo de evitar los sucesos ocurridos con el incidente de Mayol, es imperiosa la necesidad de tener un tribunal de ética que sirva para sancionar cualquier conducta o hecho que vaya en contra de nuestros principios.
  • Plebiscitos para incorporar a nuevos partidos: Es hora de terminar con los vetos. Si hay fuerzas nuevas que quieran integrarse a nuestro proyecto, no hemos de cerrarle la puerta cupularmente. La militancia tiene todo el derecho a dar su opinión respecto a un punto tan relevante como éste.

Finalmente, y pensando ahora en lo que respecta al futuro del autonomismo, considero que nuestra  principal tarea es convertirnos en la fuerza izquierdizante del FA, aglutinando a todos los movimientos con los que tengamos similitudes ideológicas, a miras de eventualmente confluir para armar una nueva colectividad en un mediano y largo plazo, constituyendo un fuerte bloque de izquierda y socialista que nos permita impulsar nuestras principales iniciativas (nacionalización de los recursos estratégicos, participación de los trabajadores en sus empresas mediante la creación de un área de propiedad social, entrada de Chile a espacios  internacionales como el ALBA o el MPNA, etc.). Así mismo, y a la luz de los resultados que hemos obtenido a nivel de las federaciones universitarias y otras organizaciones sociales, tenemos que apostar a instalar nuevos temas en la discusión pública (Asamblea Constituyente, por ejemplo) que nos permita atraer a un mayor número de gente a nuestro proyecto y reconstruir el tejido social de nuestro país.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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