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#MemoriaPopular// «A 106 años de la paz de Brest» por Nicolás Valenzuela

Por: Nicolás Valenzuela

3 de Marzo de 1918. Es el fin del inverno y en Brest, actual localidad bielorrusa cerca de la frontera con Polonia, luego de más de 3 años de lucha, se firma la paz entre el Imperio Alemán y los bolcheviques, cerrándose definitivamente el frente oriental de la Primera Guerra Mundial.

Los bolcheviques, a diferencia de la gran mayoría de los socialdemocrátas europeos, se negaron a adoptar posiciones nacionalistas y promovieron la paz desde el inicio de la guerra, pues veían en ella una disputa inter-imperialista por el reparto de las colonias, las zonas ricas en recursos naturales y los sectores industriales más avanzados. Esto se reflejó en la consigna de la revolución «paz, pan y tierra», en las resoluciones de la conferencia de Zimmerwald (1915) -que reunió a buena parte de la izquierda de Europa- y en el célebre libro de Lenin «El Imperialismo, fase superior del capitalismo.» (1916-7).

La situación social, política y económica del Imperio Ruso era crítica desde 1905. En 1917, era catastrófica y eso se sumaba el desastre militar. Pero no solo eso, el triunfo de 1917 era momentáneo y los comunistas lo sabían. Tras la paz de Brest y el fin de la guerra en Europa, Rusia tuvo que batirse en una guerra civil que duró casi 6 años, en la que tuvo que combatir a varios ejércitos, nacionales y foráneos. Por eso, tras la caída del gobierno zarista en noviembre de 1917, Lenin y los suyos se propusieron lograr, lo antes posible, un armisticio -cese de las hostilidades- con el Imperio Alemán.

Lo consiguieron el 16 de diciembre de 1917. El 22 de ese mismo mes y año, comenzaron las negociaciones para llegar a un tratado de paz definitivo. Ahora bien, no todo era miel sobre hojueles en altos órganos soviéticos. Las discusiones en su interior fueron más que acaloradas. ¿Armisticio para una paz o armisticio para una guerra? Ese era el debate.

Mientras algunos como Bujarin, Lomov, Uritsky y Bubnov, hablaban de ganar tiempo para lanzarse a una guerra revolucionaria en toda Europa, Lenin, Stalin, Zinoviev y Skolnikov, entre otros, estaba por la paz. Veían a un ejército débil incapaz de obtener la victoria y cuya derrota pondría en riesgo la continuidad de la revolución. Otros, como Trotsky y Dzerzhinsky apostaban a dilatar las conversaciones esperando un eventual levantamiento obrero en Alemania.

La posición germana era más estable, y por ello la fuerte en la negociación, pero no sobraba. Mantener dos frentes abiertos por 4 años estaba llevando al Imperio a la bancarrota, lo que sumado al reciente ingreso de EEUU al conflicto, los tenía contra las cuerdas. Cerrar el conflicto con los bolcheviques era una necesidad imperiosa.

De un lado Trotsky y del otro diplomáticos alemanes, austro-húngaros, otomanos y búlgaros. Las negociaciones tuvieron dos etapas, entre diciembre de 1917 y febrero de 1918, que no llegaron a acuerdo. En enero se empezaban a producir huelgas y levantamientos en Europa central. El ambiente entre las potencias se tensaba. Los germanos entregaron un ultimátum: para el 17 de febrero los bolcheviques debían firmar la paz bajo sus condiciones o se reanudarían las hostilidades.

La discusión al interior del Comité Central bolchevique estaba en su apogeo. Se decidió esperar y la ofensiva alemana confirmó la posición de Lenin. En apenas unos cuantos días los alemanes pudieron avanzar más de 200 kilómetros casi sin resistencia. La misma noche del 18 los bolcheviques comunicaron a los imperios centrales y aliados su voluntad de firmar el tratado propuesto en Brest. No obstante la respuesta de Europa llegó el 23 de febrero, mientras sus tropas seguían avanzando, con condiciones más honerosas para el ex imperio ruso.

En ese instante ocurrió uno de los momentos más decisivos al interior de la revolución rusa. Las posiciones al interior del comité central estaban divididas. Lenin, viendo que estaba en minoría, amenazó con renunciar a sus cargos, llevar la discusión a la base del partido y, en consecuencia, dividir el partido. Trotsky, para evitar el cisma, cambió su posición y votó a favor de la paz. El punto estaba resuelto, no obstante, las escaramuzas al interior de los revolucionarios durarían semanas, hasta que en el Consejo de Comisarios, a mediados de marzo de 1918, se ratificó la decisión. Las diferencias con los socialrevolucionarios de izquierda duraría casi todo el 1918 y se resolverían penalmente.

Hasta Lenin, quien fue el principal promotor de terminar con la guerra, calificó el acuerdo de obsceno, pero la paz era una de las principales demandas del pueblo ruso y condición necesaria para enfrentar la rampante guerra civil de manera óptima. Rusia cedió territorio en favor del imperio Otomano y se consagró la independencia de Finlandia, Estonia, Livonia y Ucrania bajo la protección de Alemania. En la práctica era perder a un tercio de la población, la mayoría de la zona industrial del país, un 25% del territorio, un porcentaje similar de la tierra cultivable y la red ferroviaria.

Firmar la paz de Brest implicaba que Alemania renunciaría a expandirse al oriente y Rusia lo propio con occidente, formando un colchón de estados independientes entre medio. Sin embargo, Alemania perdería la guerra meses después y el tratado quedaría deshecho. De los países independizados en un inicio, solo Ucrania y Bielorrusia se unirían a la URSS antes de los acontecimientos de la Segunda Guerra Mundial. Un nuevo tratado con los otomanos en 1918 consolidaría la pertenencia de la federación Transcaucásica a la Unión Soviética. De allí surgirían Georgia, Azerbaiyan y Armenia. El ejército rojo triunfaría en la guerra civil y consolidaría su existencia, pero sería derrotado en Estonia y en Polonia. Las revoluciones en Europa central fracasarian estrepitósamente. Fueron los hechos y la necesidad de reconstruir a un país en las cenizas los que volvieron a la URSS sobre sí misma.

Los acontecimientos de estos años fueron definitorios para los próximos. La paz de Versalles no resolvería la competencia imperialista y el hostigamiento anti comunista. Stalin, en consecuencia, se concentró en ganar tiempo para la próxima guerra.

 

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